ara entender el
significado de vida ascendente y descendente en el pensamiento de
Nietzsche, tenemos que entender que es la voluntad de poder.
La
voluntad de poder es la energía vital que nos lleva a actuar con el
fin de autoafirmarnos. Es el entusiasmo o la pasión que nos empujan
a realizar determinadas acciones. Es potencia, brío e ímpetu.
La voluntad de poder
es inconsciente, es un impulso ligado al cuerpo, forma parte de las
funciones del organismo. Es previa a la razón, según sea nuestro
cuerpo así será nuestra razón. Es siempre cambiante y diferente
dependiendo de la edad, la dieta o el clima,… Exige resistencia,
para afirmarse necesita oposición, por eso siempre está
insatisfecha, siempre quiere superarse. La voluntad de poder es
ruptura del equilibrio y necesita de la desagradable sensación del
dolor para crecer. Carece de finalidad externa, se quiere por sí
misma, no se busca ni para conseguir el placer ni la felicidad, estos
son una mera consecuencia. Es creativa, libre y diversa, se puede
manifestar de múltiples formas.
En estrecha relación
con el concepto de voluntad de poder está el concepto de vida. Vida
es energía, potencia y fuerza.
La voluntad de poder
aspira a afirma la vida, es un instinto de vida, y cualquier ser
vivo pretende crecer y superarse. La voluntad de poder tiene como
objetivo la elevación de la vida, es decir, afinar los sentidos,
potenciar la pasión, buscar el riesgo y el peligro como muestra de
autoconfianza.
Según Nietzsche hay
dos formas de afrontar la vida: la ascendente que corresponde con una
vida fuerte y una voluntad de poder también fuerte y la descendente
que corresponde con una vida débil y una voluntad de poder débil.
Las formas de
diferenciar estas dos vidas es mediante el afán de superación, la
relación con el dolor y el trato con los instintos.
El afán de
superación se caracteriza por la capacidad de superar a las fuerzas
que se le resisten. En el caso de la vida descendente es aquella que
actúa de forma reactiva, a la defensiva. No puede oponer
resistencia, no tiene fuerza y está agotada, solo quiere paz. Niega
todo deseo y rebaja el sentimiento vital al mínimo. Es una voluntad
de poder que se vuelve contra sí misma, más que autoafirmarse se
niega. Esta vida quiere debilidad porque es débil. Su finalidad no
es creativa, no vive sino sobrevive. Las alternativas son dos: por un
lado la negación de la vida, la represión de la sensibilidad y de
la pasión, el miedo ante el más mínimo obstáculo y el intento de
esquivarlo. Por otro la afirmación de la vida, la potenciación de
la pasión, el decir sí a la vida.
En relación con el
dolor, este puede ser visto de forma diferente según la vida que se
posea, según la fisiología que se tenga. Un veneno para una vida
descendiente puede ser un revitalizante de la vida ascendiente. Para
la vida descendente, el dolor es insatisfacción, depresión,
tristeza, para la vida ascendente un motivo de estímulo. La vida
descendente propone aliviar el dolor a costa de negar la vida, no
sufrir a cambio de no gozar.
Los instintos son
fuerzas de energía muy potentes que pueden con facilidad destruir al
ser humano, arrastrándolo a los abismos; pero también pueden servir
para dar más potencia, generar energía. La opción elegida por
la vida descendente será eliminar la energía peligrosa o moderar
su potencia a niveles menos peligrosos. La vida ascendente asume el
riesgo, el peligro, aglutina toda fuerza pulsional y la reconduce a
un mismo fin que sería el de nuestra autoafirmación, para así
aprovechar su energía. Todos los seres humanos excepcionales se han
beneficiado de una gran pasión que han sabido reconducir y que se
delata en el entusiasmo de sus palabras y en el brillo de sus ojos
cuando hablan de ella.
Para Nietzsche los
valores defendidos mediante argumentos racionales o morales son un
reflejo de los valores fisiológicos de la fuerza vital. La vida y no
la razón, la moral o la fe es el criterio para valorar las acciones
humanas. Es la energía vital la que permite diferenciar y
jerarquizar a los seres humanos.
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