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martes, 15 de septiembre de 2015

Para Descartes el Cogito es una verdad inmediata conocida por la intuición

Descartes parte de la duda radical. Desde esta duda, mediante el método, llega a la primera certeza absoluta para él, expresada a través de su famosa frase: “pienso, luego existo”.
El ser es visto como un ser pensante, existen por tanto las ideas. Si yo pienso en el mundo, lo que es seguro es que tengo la certeza de que yo pienso, pero no de que el mundo existe. Hay que demostrar que el mundo no está solo en las ideas sino que existe una realidad extramental.

Para llegar a la conclusión de que existe el mundo fuera de las ideas, Descartes parte de la primera certeza absoluta y del estudio de las ideas. A partir del análisis de las ideas llega a una segunda certeza que es la existencia de Dios y finalmente esta existencia de Dios le lleva a afirmar la existencia de la realidad extramental, es decir, del mundo material.
Descartes hace una distinción entre tres tipos de ideas:
  • Ideas adventicias: son ideas ajenas, que no provienen del propio pensamiento, sino que parecen provenir del exterior, es decir, se perciben mediante los sentidos (sensación de calor, sensación de frío, la percepción de los colores,…).
  • Ideas facticias: son aquellas ideas que están construidas a partir de otras, creadas mediante la imaginación, como las ideas de los seres mitológicos (unicornio, cíclope, minotauro, sirena...).
Las dos ideas anteriores son rechazadas por Descartes para explicar la realidad extramental pues su existencia depende de la propia existencia de esta realidad.
  • Ideas innatas: son las ideas que posee el pensamiento por sí mismo. Son ideas que brotan de forma natural, espontanea e inmediata de nuestro pensamiento, ideas cuya existencia corresponde a nuestra naturaleza.
Son estas ideas las que nos van a permitir dar el siguiente paso para la demostración de la existencia de la realidad extramental: la demostración de la existencia de Dios.

Entre las ideas innatas existe la idea de perfecto-infinito. Según la teoría de la realidad objetiva de las ideas, estas tienen que tener una causa real que sea proporcional a ellas. Por lo tanto, la idea de un ser infinito y perfecto no puede ser causada por el hombre que es un ser imperfecto y finito. Debe haber sido causada por un ser cuya realidad sea proporcional a dicha idea, es decir, por un ser perfecto e infinito y este no puede ser otro que Dios.

Si existe Dios y su naturaleza es la suma de todas las perfecciones, debe ser bondadoso y veraz y por lo tanto debemos rechazar la hipótesis del genio maligno. Si Dios es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que nos engañemos continuamente al creer que existe un mundo que solo está en las ideas, por lo tanto el mundo existe.


La teoría de la realidad objetiva de las ideas también nos lleva a esta misma conclusión. Si tenemos ideas de objetos extramentales, estas deben proceder de una causa y esta causa son los objetos corpóreos.

martes, 8 de septiembre de 2015

La moral provisional

La moral provisional surge en Descartes con el fin de suplir la ausencia momentánea de certeza. Esta ausencia es causada por el proceso de destrucción de la moral actual y construcción de la nueva moral, como en toda obra se necesitará un lugar donde pasar el tiempo hasta que se acabe la obra, se hará uso de la moral provisional para no quedar irresoluto en las decisiones y acciones.

La moral de Descartes tiene tres reglas: la primera es obedecer las leyes y actuar de acuerdo con las costumbres del país en que se encuentre y regirse por las opiniones más moderadas que fuesen aprobadas en la práctica por los más sensatos que se tenga relación. Pero esto no quiere decir que nos quedemos irresolutos en caso de duda, solamente actuar conforme a lo hacen los más sensatos ya que ellos son los más prudentes. La segunda es ser lo más firme en las decisiones y acciones y no quedarse nunca irresoluto porque la vida obliga a elegir y a actuar, y la constancia en las acciones es preferible a la inconstancia. Y por último cambiar mis deseos, si se desea algo imposible, el hecho de no alcanzarlo nos provocara infelicidad. Es una especie de adaptación al medio, teniendo en cuenta nuestras posibilidades y las del medio, desear casos conforme a ellas. Pero esto no quiere decir que no deseemos nada, solo cosas que sean posibles.

martes, 1 de septiembre de 2015

La voluntad de poder aspira a firma la vida

ara entender el significado de vida ascendente y descendente en el pensamiento de Nietzsche, tenemos que entender que es la voluntad de poder.

La voluntad de poder es la energía vital que nos lleva a actuar con el fin de autoafirmarnos. Es el entusiasmo o la pasión que nos empujan a realizar determinadas acciones. Es potencia, brío e ímpetu.
La voluntad de poder es inconsciente, es un impulso ligado al cuerpo, forma parte de las funciones del organismo. Es previa a la razón, según sea nuestro cuerpo así será nuestra razón. Es siempre cambiante y diferente dependiendo de la edad, la dieta o el clima,… Exige resistencia, para afirmarse necesita oposición, por eso siempre está insatisfecha, siempre quiere superarse. La voluntad de poder es ruptura del equilibrio y necesita de la desagradable sensación del dolor para crecer. Carece de finalidad externa, se quiere por sí misma, no se busca ni para conseguir el placer ni la felicidad, estos son una mera consecuencia. Es creativa, libre y diversa, se puede manifestar de múltiples formas.

En estrecha relación con el concepto de voluntad de poder está el concepto de vida. Vida es energía, potencia y fuerza.

La voluntad de poder aspira a afirma la vida, es un instinto de vida, y cualquier ser vivo pretende crecer y superarse. La voluntad de poder tiene como objetivo la elevación de la vida, es decir, afinar los sentidos, potenciar la pasión, buscar el riesgo y el peligro como muestra de autoconfianza.

Según Nietzsche hay dos formas de afrontar la vida: la ascendente que corresponde con una vida fuerte y una voluntad de poder también fuerte y la descendente que corresponde con una vida débil y una voluntad de poder débil.

Las formas de diferenciar estas dos vidas es mediante el afán de superación, la relación con el dolor y el trato con los instintos.

El afán de superación se caracteriza por la capacidad de superar a las fuerzas que se le resisten. En el caso de la vida descendente es aquella que actúa de forma reactiva, a la defensiva. No puede oponer resistencia, no tiene fuerza y está agotada, solo quiere paz. Niega todo deseo y rebaja el sentimiento vital al mínimo. Es una voluntad de poder que se vuelve contra sí misma, más que autoafirmarse se niega. Esta vida quiere debilidad porque es débil. Su finalidad no es creativa, no vive sino sobrevive. Las alternativas son dos: por un lado la negación de la vida, la represión de la sensibilidad y de la pasión, el miedo ante el más mínimo obstáculo y el intento de esquivarlo. Por otro la afirmación de la vida, la potenciación de la pasión, el decir sí a la vida.

En relación con el dolor, este puede ser visto de forma diferente según la vida que se posea, según la fisiología que se tenga. Un veneno para una vida descendiente puede ser un revitalizante de la vida ascendiente. Para la vida descendente, el dolor es insatisfacción, depresión, tristeza, para la vida ascendente un motivo de estímulo. La vida descendente propone aliviar el dolor a costa de negar la vida, no sufrir a cambio de no gozar.

Los instintos son fuerzas de energía muy potentes que pueden con facilidad destruir al ser humano, arrastrándolo a los abismos; pero también pueden servir para dar más potencia, generar energía. La opción elegida por la vida descendente será eliminar la energía peligrosa o moderar su potencia a niveles menos peligrosos. La vida ascendente asume el riesgo, el peligro, aglutina toda fuerza pulsional y la reconduce a un mismo fin que sería el de nuestra autoafirmación, para así aprovechar su energía. Todos los seres humanos excepcionales se han beneficiado de una gran pasión que han sabido reconducir y que se delata en el entusiasmo de sus palabras y en el brillo de sus ojos cuando hablan de ella.


Para Nietzsche los valores defendidos mediante argumentos racionales o morales son un reflejo de los valores fisiológicos de la fuerza vital. La vida y no la razón, la moral o la fe es el criterio para valorar las acciones humanas. Es la energía vital la que permite diferenciar y jerarquizar a los seres humanos.

martes, 25 de agosto de 2015

La teoría de las ideas de PLatón

Platón desde muy joven sintió interés por la política. Llegó a la conclusión de que todos los Estados de su época estaban mal gobernados, se convenció de que ni la democracia ni la oligarquía eran capaces de gobernar una ciudad con justicia y de conducir la sociedad con armonía. De esta insatisfacción con la política surge su filosofía, se introdujo en la filosofía porque pensó que era el mejor remedio para solucionar los problemas de la política de su época.

En su época el régimen de gobierno era la democracia, por eso es lo que más crítica. Platón defiende que los que tienen que gobernar son los que saben lo que es justo y bueno, sin embargo en Atenas, ciudad natal de Platón, el gobierno se elegía al azar entre todos los ciudadanos sin saber si estaban preparados o si tenían los conocimientos necesarios. Esta práctica para Platón era tremendamente peligrosa ya que un buen gobernante necesita aprender o poseer el arte de la justicia.

Como remedio Platón propuso un gobierno formado de filósofos, ya que para su entender los únicos que disponían del conocimiento de que es lo justo eran aquellos que lo habían aprendido mediante la filosofía.

La forma de gobierno propuesta por Platón es una aristocracia pero formada por los mejores en virtud y en saber, es decir un gobierno formado por los mejores en mérito, con los que se lo merecen.
El Estado Ideal es aquel en el que el bien común se antepone al individual, y el bien común más importante para Platón es la justicia. Platón compara el Estado con el alma, está compuesto por tres partes, cada una de ellas formada por una clase diferente de personas, que trabajando en armonía con los de la misma clase y sublevándose a los de las clases superiores se podrá alcanzar el Estado Ideal. Las clases en las que se basa su modelo son tres:

  • La clase de los productores, su función será la de producir todo lo que la sociedad necesite, en los individuos de esta clase predomina la parte más baja del alma, la apetitiva.
  • La clase de los guardianes, su función será la defensa de la cuidad. En los individuos de esta clase predomina la irascible.
  • La clase de los gobernantes-filósofos, es la clase superior, que tendrá como función el gobierno de la ciudad. En estos individuos predomina la parte racional.   

martes, 18 de agosto de 2015

La moral como síntoma

Nietzsche se cuestiona todos los valores de la cultura occidental vigentes en la época. Para él, la cultura occidental es un fraude, un mundo alternativo, un ultramundo ficticio en el que vivir con seguridad y comodidad. La manera griega de ver el mundo, es interpretada por Nietzsche como un síntoma de decadencia. Es decadente todo aquello que se opone a todos los valores del existir instintivo y biológico del hombre. Se trata de una crítica total a los tres mundos que son inventados por el hombre occidental y que son síntomas de su decadencia: el mundo racional, el mundo religioso y el mundo moral.

Nietzsche critica dos aspectos de la moral tradicional: su dogmatismo y su carácter antivital.

La moral tradicional establece unos valores morales que se suponen objetivos (Platón los sitúa en el mundo de las ideas y el cristianismo en la mente de Dios). Sin embargo Nietzsche sostiene que los valores morales no tienen una existencia objetiva, no son realidades independientes del individuo. Los valores son de las personas y por tanto subjetivos. El dogmatismo moral consiste en olvidar que los valores dependen de noso tros y mantener que tienen una existencia objetiva.

Al considerar que los valores morales son objetivos, la moral tradicional asume que son universales y por lo tanto aplicables a todos los hombres. Sin embargo N. afirma que en realidad los valores se crean y van cambian por lo que son distintos a lo largo del tiempo y en cada cultura.

Nietzsche considera que otro error de la moral tradicional es su “antinaturalidad”, es decir, la negación de lo natural, la negación a la vida. Es una moral de resentimiento en contra de los instintos y el mundo natural. La moral occidental no es más que costumbre, defensa de la sociedad, y supresión de los valores del individuo.

Para Nietzsche existen dos tipos de moral:
Moral de los señores: es la moral de los fuertes. Bueno es todo aquello que eleva al individuo. Crean sus valores sin tener en cuenta lo que hagan o digan los otros. Satisfacen sus deseos y llevan sus pasiones al límite.

Moral de los esclavos: Se correspondería con la moral tradicional, es la de los débiles. La vida es demasiado dura, por eso, sitúan la felicidad en paraísos racionales (Platón) o sobrenaturales (el cristianismo) que pasan por destruir las pasiones. Determinan lo que está bien y lo que está mal.


En la historia de la cultura de occidente se ha producido un constante crecimiento de los valores de los débiles, que han conseguido implantar su criterio carente de energía vital. Según Nietzsche es necesario un cambio para implantar una moral basada en la voluntad creadora de valores, que sólo será posible negando a Dios. No rechaza la moral, sino la moral idealista de los débiles, cristiana y burguesa. No se trata, por tanto de la supresión de la moral, sino de su sustitución por otra fundamentada en la vida, en la voluntad de poder, la cual consiga sanar a la cultura Occidental.

martes, 11 de agosto de 2015

La educación de Platón

La forma de educar de Platón es muy diferente a la de los sofistas. Para los sofistas, educar es transmitir todos los conocimientos que tiene el educador al educado el cual adopta una postura pasiva, meramente de recepción de la información puesto que el conocimiento no es innato. Sin embargo, Platón no comparte esta forma de educar, según él, en el alma de cada persona existe desde antes del nacimiento conocimiento, teoría de la reminiscencia, que solo tiene que ser orientado de forma correcta hacia el mundo de las ideas. Por lo tanto educar para Platón es guiar y orientar el alma del educado hacia lo verdadero y lo bueno alejándola del mundo sensible y material, y dirigiéndola hacia el conocimiento de la Ideas. Educar no solo significa aumentar los conocimientos, sino también desarrollar una alta calidad moral, introducir armonía y orden internos en el alma mediante un proceso de ascensión al mundo inteligible, como ocurre en el mito de la caverna.

La educación debe lograr encaminar el alma del alumno en dirección a lo inteligible para llegar al conocimiento del Bien, que es el final de la educación. Este proceso no es fácil, tiene muchos obstáculos y dificultades. La educación empieza con el aprendizaje de las matemáticas, para que el cuerpo se vaya acostumbrando, y continuará con la dialéctica, ciencia suprema acerca de las ideas y sus relaciones.


La educación según Platón está enteramente al servicio de la organización de la sociedad y de la vida política. Con la educación se logra formar individuos capaces de gobernar el Estado, cuyos objetivos no sean gobernar en beneficio propio sino en beneficio de todos los demás. Una vez que estos individuos hayan alcanzado el conocimiento de lo verdadero, bueno y justo, tendrán que volver al mundo sensible, aunque no quieran, para hacerse cargo del Gobierno del Estado. Los más preparados para esta tarea son los filósofos que son los que han alcanzado el conocimiento de lo que es justo y bueno, teoría del filósofo gobernante.  

martes, 4 de agosto de 2015

La duda metódica

El racionalismo propone a la razón como única fuente de la verdad, es el sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción.

Para los racionalistas, por medio de la razón se pueden conocer proposiciones fundamentales que permitan descubrir por deducción la verdad.

Descartes utilizará la razón para juzgar y analizar aquellas cosas que piensa que son verdad para así, hallar verdades absolutas, de las cuales no se pueda dudar, sobre las que construir el edificio del conocimiento destruido anteriormente. En este proceso de hallar las verdades el primer paso debe ser dudar de todo lo que creamos y rechazar inicialmente todo aquello de lo que sea posible dudar, la duda metódica.

La duda metódica surge como forma de rebatir el escepticismo y poder hallar una verdad evidente en la que fundamentar su filosofía. Para conseguirlo, Descartes se pone en la piel del escéptico y duda de todo conocimiento adquirido hasta la fecha. De esta forma, y siguiendo el criterio de verdad, podrá descartar todas las ideas que presenten duda y quedarse únicamente con las claras y distintas e incapaces de ser sujeto de discusión con los escépticos.

Esta duda se centrará principalmente en tres aspectos. El primero, dudar sobre la fiabilidad de los sentidos. A pesar de que los sentidos nos ponen en contacto con el mundo material y nos proporcionan un conocimiento de cosas que solemos aceptar como verdadero, a veces nos engañan, como ocurre con los espejismos. Como no sabemos que los sentidos nos están engañan o no, pues, Descartes opta por considerar todas las percepciones como falsas y así nunca tomará algo falso por verdadero.

El segundo, la dificultad de distinguir la vigilia del sueño. Descartes es consciente de haber tenido sueños que en su momento parecían reales, por esto, le surge la duda de si está despierto o soñando. Descartes duda hasta si lo que está viviendo es sueño o no, porque sus sueños son como la realidad e incluso siente las mismas sensaciones al igual que si estuviese despierto. Incluso duda de la existencia del mundo al pensar que puede ser un sueño.

Por último Descartes añade un tercer factor de duda, el genio maligno. La función del genio maligno sería la contraria a la que tendría Dios, es decir que nos equivoquemos y caigamos en el error.

La duda radical nos lleva a rechazar el conocimiento en su totalidad, desde las percepciones más remotas, pasando por la existencia del mundo, hasta las mismas verdades matemáticas.


En conclusión, la duda metódica es una parte fundamental de la filosofía de Descartes pues implica el descubrimiento de la primera verdad, “pienso, luego existo” (cogito, ergo sum), a través de la cual desarrollará el conocimiento y podrá demostrar la realidad extramental. Pero esa misma duda metódica no se aplica a la moral puesto que el mismo Descartes rechaza la duda en el actuar: no actuar es pecar de omisión, caer ciertamente en la pereza pues siempre hay que hacer alguna cosa.